viernes, 10 de julio de 2009

En el principio fué el Olimpic Roma....

León, Avenida Roma,
no le quito ni una coma
ni le quito un solo punto,
cuando relato este asunto.
y no me lo tomo a broma
ni te digo que es "presunto".

Calle de Brea y Ordoño,
donde ajustaban su moño
las damas de esta ciudad,
para irse al cine Azul,
todas vestidas de tul,
o al Mari ,ya no recuerdo,
pues a veces yo me pierdo
y me cuesta recordar.

Quizá fuese al Principal,
que era pequeñito y tal,
y estaba
pegado al ayuntamiento,
te juro que no te miento
cuando digo que ¿ lo siento ?
!!no !! déjelo tal como está.

El Principal se encontraba
también,
cerca de la Catedral,
(!qué bien!)
esa Pulcra Leonina,
tan de siglos anteriores
de caballeros y damas,
de guerreros y señores.

Aquí si debo hacer mención
del
Cinturón de castidad:
ropa interior femenina
que,
su dueño,
a sus damas les ponía,
y no le quitaba el sueño,
al irse de la ciudad,
a combatir a los moros,
para evitar tentaciones
y frenar bajas pasiones
de cercana merindad.

Cuando al regresar volvía
con las alforjas repletas
de aquellas piezas de oro,
......
(que conseguido tenía
a la grupa de corceles,
saboreando las mieles
después de vencer al moro
en sangrientas tropelías
contra los infieles
moros ,
moros de la morería).
......
comprobaba la eficacia
del cinturón humillante,
(cosa que,
no le hacía mucha gracia,
a la Dama del tunante.)


Nuestra catedral, decía,
con sus grandes cristaleras
enamoradas del sol,
que penetraba sus vidrios,
(con perdón
por metáfora ladina,
me la contó Catalina
en recordada ocasión.)

Desde allí la Catedral,
como dije,
contemplaba aquellos guirrios
llegados a la ciudad ,
en cercanos carnavales
o en las fiestas patronales,
de los Santos Pedro y Juan.

Sentados en los portales
los niños del arrabal,
viendo la fiesta pasar,
en unión de otros chavales
prestos a participar.

Y nosotros en la orilla
de nuestro rio Bernesga
con la caña de pescar
a ver si alguno se arriesga
a echarse al agua
a nadar.

Y el pantalón de tergal,
(que era el tejido de moda,)
pues la piel no te incomoda
y no te obliga a rascar.

Vamos a hablar de las plazas:
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pausa considerativa :

(interviene aquí un lector
que se encuentra mosqueado
por la tardanza del vate
en contar lo ya pasado.

Y le inquiere que apresure
su relato palpitante,
pues se tiene que marchar
a trabajar
a Alicante.
y dice así :

(Habla de las plazas, pues ,
y no pongas del revés
este relato
que temo que empieces ya
a darnos liebre por gato).

Fin de la pausa considerativa.
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Comenzamos por
La Plaza de San Marcelo
que estaba frente a Botines,
construido por Gaudí.

Podías jugar allí,
podías besar el suelo,
aunque hicieras volatines
y cayeras en el vuelo
rompiéndote los patines
que te comprara tu abuelo.
al que nunca conocimos.

Un abuelo con bigotes
que era ferroviario,
maquinista por más señas,
y circulaba a diario
entre León y Brañuelas,
por el rail dando botes
en máquina de vapor,
con botijo renegrido
por aquel humo traidor.

Y seguimos con las plazas
que mis recuerdos desplazan
mezclando churras, merinas,
y que mi relato aplazan,
como citas femeninas.

Plaza de La Inmaculada,
Circular para nosotros,
niños del cuarenta y tres,
también del cuarenta cinco,
que andábamos dando brincos,
desde Guzmán a Renueva
desde el Buitre a San Mamés
y volviendo del revés
los abrigos del hermano
cuando acababa el verano
para aprovechar el mes.
de octubre
y el invierno
de León
ya muy cercano.

Plaza de Guzman el Bueno,
aquella estatua de bronce
que te marcaba las once
y
que te causaba impresión,
con el dedo que apuntaba
señalando a la Estación ,
donde
en las madrugadas frías
de aquellos duros inviernos
Ricardín se dirigía
a trabajar,
al infierno subsidiario
pues era ferroviario
por seguir la tradición.


Vuelvo a mencionar a "El Buitre"
Solar cercano y abierto,
donde aprendimos, por cierto,
a jugar al "pelotón"
con rellenos de algodón
y con cuerdas recubierto
para chutar fuerte a gol.

Un gol que nunca llegaba,
pues había un gran frontón,
si en la puerta se encontraba
un pequeño cancerbero,
Pedrín Ruipérez me acuerdo;
dejaba su puerta a cero
pues no dejaba un vil hueco
donde colarle el balón,
con tamaño desafuero
y una agilidad total
defendía su portal
mucho mejor que el portero
que jugaba por entonces
en el equipo local :
La Cultural Leonesa
que de Ordoño a La Condesa
su nombre hacía sonar.


Yo me limpiaba las botas
con excesivo cuidado
y hasta brillo les sacaba
por este y por aquel lado.

Cuando era Navidad,
arrancábamos el musgo
de aquel solar tan cercano,
llevábamos los tapines,
nos llenábamos las manos
de aquel húmedo musguillo
para montar el belén,
para poner el pradillo
que nos quedaba "chipén".

Con la base de cortinas
de aquel brillante satén
que colgaron algún día
en la puerta de algún cine
donde lo pasamos bien.

Los concursos en la radio,
con La Casera y Perico
que corría como un mico
para conseguir el pico
de aquel premio que ganabas
si llegabas el primero
a la meta que indicaban,
y sabías responder
a la pregunta adecuada.

Ricardo junto a la radio,
y Pedrín en la escalera,
con Perico en el portal
con gaseosa la Casera,
esperando la respuesta
para salir disparado
es decir: a toda leche,
hacia el lugar
donde espera
la recompensa soñada :
cinco duros , Bergareche,
y a comprarnos la empanada
o alquilarnos los tebeos
en el quiosco cercano:
Con El guerrero
del Antifaz,por supuesto
Y con el Roberto Alcázar
y su ayudante Pedrín
y también las aventuras
de Jack, de Sam y de Bill
que capturaban malvados,
... ! eran del FBI !.